Nos agarró la Luna lidiando con nuestra oscuridad.
Nos agarró la Luna desprevenidas, cambiando los planes,
abiertas a escuchar desde adentro lo que nuestras aguas querían gritar.
Nos agarró la Luna en el presente
con los pensamientos del pasado proyectados hacia el futuro.
Nos agarró la madre fuerza sabia desde las entrañas y nos trajo calma, nos trajo inhalaciones profundas y aguas limpias cristalinas para volver al presente. La liberación consiste en soltar el deber ser.
Soltemos las instituciones que rigen nuestros cuerpos, nuestras mentes que sin forma crean y se expanden hasta silenciarse.
Me agarró la Luna con cara de sorpresa con la intuición a pleno y con el corazón latiendo feliz por cerrar ciclos.
Nos agarró la Luna compartiendo secretos, abriendo el pecho y sanando desde lo más profundo de nuestros sentimientos.
Las aguas son profundas y se fluye con la intensidad que nos recuerda que estamos vivos. Siguen los espejos siguen los eclipses todo nos indica que estamos donde tenemos que estar escuchando lo que tenemos que escuchar.
Nos agarró la Luna ya tarde, los perros lobos aullaban lejos en el bosque citadino y la conexión entre nuestras cuerpas solo indicaba que la transformación ya se había hecho ya eramos otras.
El universo nos revuelca, unos días más intensos otros más oscuros y siempre con deseo de despertarnos cliclo a ciclo.
Nos agarró la Luna como unas fieras como leonas rasgando una a la otra con el instinto a flor de piel y la conciencia elevada en estado de gracia por permitirnos dejar de lado el cuerpo y abrirnos a poder sentir.
Somos otras, ya pasó la oleada, que se venga el fuego, que renovadas ya andamos que Plutón ya hizo de las suyas y sueltas ya eclipsadas somos más auténticas y no le tememos a poder sentir.
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